Fue una mañana de trajes y corbatas en la que la cúpula del PRI -sin sus gobernadores- mostró disciplina ante palabras de advertencia de Enrique Peña Nieto. Aplauden la nueva orden: “es hora de romper con el pasado”.
En el auditorio “Plutarco Elías Calles” se vivía una mañana de políticos. Se esperaba una sesión normal del Consejo Político Nacional del tricolor. Pero su candidato presidencial, habló fuerte.
Los 862 consejeros presentes esperaban pacientes. El senador Manlio Fabio Beltrones platicaba con Emilio Gamboa, líder del sector popular priísta; Enrique Jackson lo hacía con Francisco Rojas.
El ex gobernador chihuahuense José Reyes Baeza se sumergía en una plática con el campechano José Antonio González Curi.
Beatriz Paredes es recibida con un aplauso.
Más allá los ex presidentes nacionales priístas Humberto Roque, Jorge de la Vega en primera fila, a un costado Jesús Murillo platicaba con el abogado del partido Raúl Cervantes.
Pero no se veía en lo alto de la cúpula priísta a personajes como Carlos Flores Rico ni al obrero Joaquín Gamboa Pascoe, a la ex lideresa Dulce María Sauri, ni Roberto Madrazo o Mariano Palacios, a ninguno de los gobernadores emanados del PRI.
A las 12:05 Peña Nieto entró. La gradería estalló en gritos de apoyo.
Ahora el grito de “Peña presidente” dio paso a un grito pausado de “presidente, presidente, presidente”. El candidato sonreía.
“Estamos a 37 días de la victoria”, dijo Peña Nieto. Peña endureció el rostro y soltó: “no hay cabida a la corrupción, al encubrimiento, a la impunidad”. Aplausos a cada pausa del candidato.
Ahí les dejó que es momento de romper con el pasado, que quien no quisiera no tenía lugar a su lado. Los suyos pues, la cúpula sonrió y aplaudió. La orden se había dado... había disciplina... alguno apretó el puño.
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